CAPITULO 10 –
No llevaba ni diez minutos sobre el plano terrenal, cuando sonó de nuevo el teléfono.
La sorpresa fue mayúscula, pues no esperaba que al otro lado estuviese el jefazo máximo.
Hades, necesito que vengas a mi despacho, le dijo… creo que estas haciendo un buen trabajo, pero lo que te ronda la mente me preocupa de sobremanera.
Señor, respondió Hades, no se preocupe que yo voy ya. De todas formas, creo que lo nuestro esta infravalorado, que podríamos hacer más.
En media hora te espero, hijo. Y prometo responderte y aclararte las dudas.
Cuando colgó el teléfono, miró a su alrededor. El mundo terrenal, ya no le resultaba tan triste como antaño ni tan adusto.
En unas semanas había cambiado completamente su visión sobre la concepción de la vida y la muerte , más aún Si cabe de lo que el ya sabía.
Lo unico que realmente echaría de menos, en caso de tener que pasar definitivamente al otro lado, sería a su familia y sus amigos… pero para eso aun queda tiempo. Se dijo así mismo, aún teniendo en cuenta que el perdudaria pero el resto, tarde o temprano, tendrían que pasar al inframundo.
Esta vez, no uso su dispositivo para ir. Era una mañana bonita y quiso hacerlo en transporte público.
Se dirigió al cementerio en el metro, siempre le habia gustado esa forma de transporte, desde muy pequeño, cuando iba al centro con su padre terrenal, el metro le maravillaba… aún recordaba los trenes rojos, destartalado, con asientos de baquelita marrón, los billetes de cartoncillo que todos los chavales pequeños guardaban buscando número capicua. No había tantas líneas de conexion pero siempre recordará los intercambios largos en la línea 2 o en la 9.
Ensimismado en sus pensamientos, y como un autómata fue haciendo el recorrido al cementerio.
Cuando se bajó en la estación de la avenida de Daroca y subió a la superficie, vio que empiezan a llover. Los pocos transeúntes que había se movían rápidos buscando cobijo y algunos le miraban extrañado andando tranquilamente de camino a la segunda puerta de la necrópolis. Mientras el agua le escurria por la frente.
No tardó más de 10 minutos en hacer el recorrido hasta la puerta del cementerio viejo.
Un cúmulo de floristas se agolpaban en la puerta y justo en frente, lo que se llama el cementerio hebreo, una comitiva con el kipa tradicional acompañaban un cuerpo.
Franqueó la puerta de metal y se dirigió a la cripta. Esperó prudentemente que nadie observase y se metió en ella. Tras unos minutos andando, se encontró con el barquero…
– Hades! Jajajaja Buen día, muchacho… como que has venido tan temprano? Le dijo; Todo bien por la superficie? Si Caronte… todo bien. El gran jefe que me ha llamado a su despacho.
Bueno muchacho, pues vamos a allá.
El barquero asio el largo remo y le dio una paletada al agua negra del estigia, poniéndose en marcha.
Hades, mantenía el silencio, y observaba el río haciendo pequeñas olas a cada golpe.
Caronte, preguntó… que pasaría si metiese yo la mano en el agua? El barquero le dirigió una mirada entre divertida y sorprendida… De verdad no te acuerdas? Le dijo… aunque claro, eras tan pequeño entonces que es normal… no sabes la cantidad de veces que eso mismo que me preguntas lo ha hecho… así que como ejercicio de recuerdo, tendrás que hacerlo y juzgar tú mismo que pasa… pero no ahora, porque y hemos llegado.
Se bajó de la barcaza y vio como venía cerbero corriendo. Le cogió el morro de una de las cabezas y le acarició el pecho fuerte. El perro, se tumbó en el suelo y empezó a ronronear… luego seguimos le dijo al can ahora voy a ver al jefe…
Prosiguio por el oscuro pasadizo hasta llegar a las puertas del despacho del señor del inframundo. En la puerta, dos espititus montaban guardia.
Se acrcó a las puerta y golpeo con suavidad la aldaba con forma de león. Nadie contestó, pero la puerta se abrió de par en par para facilitarle el paso.
Como la última vez, la estancia se encontraba en penumbra, con el fuego del hogar replicando en una esquina, al fondo, se veía un butacón de orejas y en el, sentado, el señor del inframundo.
Hola Hades. Por favor, no te quedes en la pueta, toma asiento aquí, a mi lado…
Hades se deslizo hacia un sofa, de esos de diseño raro, incomodo por necesidad y con la mayor de las composturas intentó quedar lo mas erguido posible.
¿Quieres algo de beber? ¿ un café? No, gracias ,señor. No me apetece…
Te he llamado por que quiero hablar contigo sobre lo que ha pasado en el I.F. esta mañana.
¿ como lo ha sabido? Seguro que el bocazas de Hipnos e lo ha dicho…
No, Hades… lo he visto yo desde aquí. No olvides, que yo desde esta sala puedo verlo todo.
No voy a reprocharte la actuación, ha sido ejemplar, cualquiera diría que llevas solo unas semanas aquí.
Quiero que sepas, por mi, de primera mano, cual es nuestro cometido real en nuestro trabajo. No podemos permitirnos alterar el equilibrio entre los vivos y los muertos. No podemos por mucho que nos pueda causar dolor.
Si nos involucrásemos mas en algunas de las muertes, seriamos descubiertos.
Piensa… como le dirias a la policía , que la mujer había sido maltratada… sin levantar sospechas, es complejo. Ellos tendrán que hacer su investigación, y tendrán que dilucidar que fue lo que paso.
¿lo entiendes? Tras una breve pausa, hades miró al señor del inframundo y agacho la cabeza. Lo siento señor, no volverá a ocurrir, no volveré a dejar que mis sentimientos interfieran en una actuación… pero entiéndame, es tan complicado que muchas veces la única forma de sobrellevar determinados pasos, es a fuerza de empatizar.
No me tomes a mal , hijo… respondió el señor… nuestro cometido es el que es.
Ahora vuelve arriba. Tu familia te espera.
Con un leve cabeceo, Hades se incorporo y se fue caminando al fondo de la estancia donde estaba la puerta… cuando llegó casi a ella, se volvió y pregunto;
Señor, una cosa más… mis hijos… ¿ son también de mi condición?
El señor se acercó, y le miro a los ojos. En esos momentos, Hades vió el futuro de su familia en los ojos vidriosos del señor del inframundo. Vio a Cristina fallecida, junto a el y sus dos hijos , ambos con túnicas negras .
Espero que esta visión, te de toda la información que me pides.
Aún en shock, salió por la puerta y se encaminó hacia el bote de Caronte.
Regresó a la superficie, en absoluto silencio, Caronte no hablaba , veía perfectamente que Hades estaba sin estar. Y mantuvo el silencio durante el trayecto, solo se escuchaba el ruido del estigia golpeando la gran barcaza.
Se despidió de Caronte, con un afectuoso apretón de manos y se dispuso a subir las escaleras de la catacumba hacia el exterior.
Cuando abrió la cancela , había dejado de llover, un gigantesco arco iris atravesaba el cielo. Se repuso todo lo que pudo y pulso el botón de su muñeca para transportarse a casa.
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