Capitulo 4-
El río estigia seguía tal y cómo lo recordaba… Caronte, silencioso y por una vez Hipnos iba como ausente.
No se podía decir lo mismo de Hades, su cabeza seguía a mil por hora y encima el tener que ver al señor del inframundo no ayudaba en nada.
– Ya estamos, señores… luego os veo para la salida.
Suerte, Hades con el gran jefe
-Gracias Caronte.
Tomaron dos antorchas de la pared y se encaminaron por el estrecho pasillo, no habían andado ni 100 metros, cuando en la lejanía, seis puntos rojos parpadeantes les miraban.
Hades ni se inmutó, sabía perfectamente que era ese ser…
Un ruido metálico se oyó y vio que los puntos se acercaban a el, con un tenue gruñido.
Cerbero, se acercó y con las cabezas olisqueó a Hades. Tras el reconocimiento les franqueo el paso.
-Bueno Hades, yo no puedo entrar por que es algo entre tú y el jefe. Aquí te espero jugando con el perro.
Hades, cabeceó en asentimiento y se dispuso a abrir la puerta.
Según cerró la puerta tras de él, se percató que la habitación no es como la recordaba.
Al fondo un escritorio enorme con dos sillas, una a cada lado. En el lateral, una chimenea y dos sofás de orejas con una mesita en medio.
Hades avanzó hasta llegar a la altura de la mesa y se sentó en una de las sillas.
-Menudos modales tienes!
La voz retumbó la estancia, y mientras giraba le vio.
-te recordaba más delgado, Hades…
Veo que tu vida en el plano terrenal es satisfactorio a juzgar por esa barriga que luces…
Hades se volvió y no pudo más que reír.
– piensa que cuando me dejaste subir al plano terrenal, era un crío, digo yo que algo habré cambiado…
-Por supuesto, pero no en esencia. Para mí, seguirás siendo el mocoso insolente y curioso que se paseaba entre nosotros.
– Sigo siendo curioso, señor. Insolente también, en eso no he cambiado.
-Bueno, vamos al grano. He pedido verte para poder darte un pequeño objeto que harta que tu trabajo sea más fácil.
No voy a pedirte que estés aquí a perpetuidad, tu tienes tu vida y esto no tiene por que interferir en ella. Cierto es que tú, eres inmortal y que tarde o temprano tendrás que desaparecer oficialmente. Pero para eso aún queda mucho.
Mira, este pin de solapa, será el que te avise de cuando tienes que entrar en movimiento.
También usaremos el teléfono como te contó Tanatos, pero además es especial. En el momento que el pin suene, algo que solo tu podrás oír, dejarás todo y te irás a la ubicación que te mandaremos simultáneamente al teléfono.
Mientras el pin este activo tu no eras visto más que por los muertos y los desahuciados de la vida.
Tienes alguna pregunta?
-no señor.
-Pues venga, sube de nuevo que tienes tu primer trabajo.
En este Hipnos te ayudará .
Tranquilamente se levantó y se dirigió a la puerta aunque justo antes de franquearla se volvió
Señor, una pregunta…
-Dime Hades.
-mis hijos también son como yo?
–pues no sabría decirte pero me imagino que si hay una posibilidad de que así sea.
¿Porque esa pregunta?
– Llevaba tiempo preguntándomelo.
Me voy, gracias.
Salió de la estancia cerrando la puerta tras de sí, y se encaminó al encuentro con Hipnos, que seguía jugando con cerbero.
– tiene más años que el hilo negro , pero sigue siendo un cachorrito, Hades
Ya has terminado?
– si. Ya podemos irnos.
-Ok, subamos al plano terrenal
Durante el viaje de vuelta, Hades no articuló palabra.
Por más que Hipnos le intentase dar conversación, las respuestas eran monosílabos o vagas.
Cuando llegaron al exterior, Hades miró su teléfono. Seguían siendo sólo las doce y media de la noche.
-quieres que te acerqué a algún sitio, Hipnos?
– No majo. Gracias, en breves me reuniré con tu padre para currar un poco.
Muy bien, pues dale recuerdos yo me voy a casa